jueves, noviembre 30, 2006

EL CIERRE DEL CÍRCULO


Imagen de fondo de la portada de la obra del autor "El cierre del círculo". (http://books.lulu.com/content/546690)

LIBROS DEL AUTOR

He cometido la inmodestia de incluir en este Blog todos los E-booK que se han publicado de mi autoría en la editorial Lulu. Entre ellos veréis un tratado de Cosmología, "Nuestro universo", y una variedad de ensayos que van desde la auto superación,"Superego", hasta la teología, "Nada y Dios", o el ser y la vida: "El ser y la vida" y "El cierre del círculo". Espero que os gusten.

jueves, noviembre 23, 2006

Cap.1. COSMOGONÍA (1ª parte) -De la obra "El parto de Dios"

1. COSMOGONÍA (1ª parte)

El "algo" primigenio, el vacío, la ausencia, la nada. En palabras grabadas en la pirámide: "Cuando el Cielo no había nacido, cuando la Tierra no había nacido, cuando los hombres no habían nacido..." Cuanto mayor y más abrumadora es esa "nada", más potente y extremo es el acto de creación.

El origen de la creación aparece en un punto de contacto entre lo finito y lo infinito: el mismo caos.

En el caos todo existe pero sin diferenciar, pura energía distribuida de manera uniforme. El mundo, sin embargo, es antientrópico, una oposición continua al caos. En palabras del rabino Bunam: "El universo siempre está inconcluso, tal y como empezó... necesita que las fuerzas creativas lo renueven sin cesar: si acaso éstas dejaran de actuar un solo segundo, el mundo volvería a su caos original".

La creación equivale a la anulación de ese caos. Los gnósticos consideran la creación como la ruptura de la unidad primigenia (el pleroma), fractura consecuencia del deseo perturbador. Y es que, gracias a un acto de voluntad que demuestra autoridad, la totalidad primigenia produce el espacio, el tiempo y la materia, cualidades características de la naturaleza de los seres creados.

El todo primigenio anterior a la escisión equivale a la concepción de un "tiempo anterior al tiempo", el cosmos referido constituido por una única y estable concentración energética.

La fuerza motriz de la creación es diferenciación, es la energía que proviene de la tensión entre los contrarios.

En el Nihongi japonés se dice: "En el principio, cielo y tierra no estaban separados, y el In y el Yo (el yin y el yang) no estaban divididos. Formaban una masa caótica semejante a un huevo, de límites imprecisos, repleta de gérmenes. La parte más pura y ligera se desgajó para dar al cielo, mientras que la parte más pesada y densa se depositaba formando la tierra".

En la creación definir algo es relacionarlo con su opuesto, con su negativo; el desorden se opone al orden, la mutación a la repetición, etc. La dualidad, pues, parece ser un concepto esencial.

Sin cambios, aunque sean extremadamente pequeños, no podríamos percibir la existencia de nada: la permanencia en la existencia es debida a las diferencias que se producen constantemente. La fuerza motriz es aquella diferenciación creativa proveniente del impulso original de la oposición entre algo y la nada.

El cristianismo místico de Jacob Boehme (1575-1624), se basa en la relación recíproca entre los contrarios: en su visión de Dios, las "tinieblas" poseen tanta importancia como la "luz". En el Ungrund primordial se contienen todas las posibilidades contradictorias: del interior de esta "eterna nada" surge una voluntad de existir, Dios tiene conciencia de sí mismo; su transmisión al Ungrund es el poder de automanifestación.

En la Aurora de Boehme se dice: "El Padre es el poder... y el Hijo es la luz y el esplendor del Padre, y el Espíritu Santo es la actividad o manifestación de los poderes del Padre y del Hijo, y todo lo que existe en este mundo son formas, estructuras e imágenes".

La conciliación de los contrarios es fundamental también en la cosmogonía hermética de Robert Fludd: forma y materia son los dos principios complementarios que intervienen en el proceso de la creación.

La creación no es únicamente cosmogónica sino también ontogénica: se refiere tanto al universo como a la aparición de todos los seres. El Génesis hebreo, el Enuma Elish babilónico, el Popol Vuh maya se ocupan de los aspectos cosmogónicos, pero también se interesan por el origen del ser, o sea del "como" al "por qué".

Palabras de mi jardín (VII)

La semilla ("El jardinero" -Tagore-):

Ese tesoro incontable no es tuyo, madre oscura, polvo resignado. Te afanas para dar de comer a tus hijos, pero no es suficiente con tu comida. Tu regalo de alegría nunca es perfecto. Das a tus hijos el juguete de la fragilidad... No puedes llenar nuestra insaciable esperanza... Pero no puedo abandonarte por eso.
No. Tu sonrisa, que el dolor oscurece, es muy grata a mis ojos. Tu amor es querido a mi alma. Nos has dado la vida, no la inmortalidad, y siempre andas con la mirada inquieta. Desde toda la eternidad has ido poniendo en tu cielo colores y canciones, pero eso es sólo una pobre esperanza, y sobre la belleza que has creado siempre flota la niebla de los llantos...
Ten, sin embargo, mis cantos para tu alma callada, mi amor para tu amor. Te agotaré con mi labor, pues he visto tu rostro amable, y te quiero, ¡triste polvo, madre tierra!


"Elegía a la materia"

El jardín (AAS):

¡Cuál será el misterio de la materia tan denostada!...
¿No reconocéis en vuestra sangre su pálpito? ¿No sentís ese amor por la madre a la que todo debéis?
Ella os dio todo su ser y como tal os hizo perecederos, temporales, indefinidos (ser o nada)... , pero metió en vosotros lo más importantes que tenéis: ¡la vida! Y hasta la belleza os hizo sentir... Madre, compañera de viaje, ¡acompañadnos, también, en nuestro destino!

miércoles, noviembre 22, 2006

Naturaleza virgen.


El río Arnoya a su paso por Allariz y Vilavidal (Ourense). Posted by Picasa

sábado, noviembre 18, 2006

NUESTRO UNIVERSO


"Nuestra teoría, así como muchas de las que se proponen hoy día, arranca de la idea de que lo macroscópico (el universo actual) y lo microscópico (el inicio del big bang, por ejemplo) se hallan íntimamente entrelazados. No hay ninguna esperanza de comprender la materia solamente a partir de sus constituyentes parciales. Únicamente el sistema en conjunto da expresión concreta de toda la realidad. Lo grande y lo pequeño coexisten. Es más, la misma "mente" ocupa una posición central en la naturaleza, todo ello consecuencia de los postulados cuánticos, puesto que cada observación conlleva una transformación de la situación anterior, es decir, la realidad de cada partícula subatómica no puede aislarse del entorno. De otro modo, el factor cuántico obliga a considerar las partículas sólo en relación con el todo, y el mundo es un entretejido de relaciones, en las cuales el observador forma parte de ellas.

El todo sostiene a las partes, que a su vez constituyen dicho todo (una visión Zen del cosmos). Se necesita al universo antes de poder dotar de realidad concreta a los átomos que constituyen el universo. ¿Son primero los átomos o el universo?... Ninguno de los dos: Lo grande y lo pequeño, lo total y lo local, lo cósmico y lo atómico, todos se apoyan mutuamente pues son aspectos inseparables de la realidad. Existe una unidad en el universo: una unidad que proclama que sin todo no puede conseguirse nada.

Ni la materia, ni el espaciotiempo son rasgos incidentales de nuestro mundo; ambos proceden de las leyes físicas quienes, en el fondo, son las verdaderas responsables de la sorprendente ordenación del mundo."

(Fin del Capítulo IX de mi obra "Nuestro Universo", publicada en Biblopía: http://www.biblopia.com -Ir al vínculo inicial-)

Palabras de mi jardín (VI)

La semilla ("El jardinero" -Tagore-):

Era el mes de mayo. La luna amarillenta parecía eternizarse, y la tierra, reseca, se agrietaba de sed. Una voz me llamaba desde el río: "Ven, amor mío". Dejé mi libro y me asomé al balcón. En la orilla, un búfalo hembra, todo lleno de barro, miraba con pacíficos ojos a un chico que le llamaba desde el río con el agua a la rodilla.
Me eché a reír... Una brisa muy suave se metió por mi alma.


El jardín (AAS):

¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del animal a quien quieres?...
¡Enséñame a mí a descifrarlo!
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del crío a quien quieres?...
¡Cómo podría yo descifrarlo!
¿No será, tal vez, del todo innecesario?... ¿No está escrito, de siempre, en la inescrutable profundidad de nuestros corazones?

viernes, noviembre 17, 2006

Tiempo de setas

En la vista composición (artificial, puesto que el terreno corresponde a las rusulas) de setas: rusulas, pie azul y boletus.

En el vínculo podemos informarnos de setas características de la Sierra de Guadarrama (Peguerinos). Posted by Picasa

lunes, noviembre 13, 2006

Mis dos pequeños

Dingo y MiKi: mis mascotas en su salsa. Posted by Picasa

domingo, noviembre 12, 2006

Introducción a la obra "El parto de Dios"

La presente obra actualiza a comienzos del siglo XXI la aventura del Espíritu, sin complejos ni tapujos.

La reciente historia del siglo XX con su continua lucha entre corrientes materialistas de diversa índole y las espiritualistas, una vez renacidas, son eso, historia. Por ello, no pretendo justificar, ni disfrazar la presencia evidente del Espíritu en toda nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Su presencia es tan cotidiana, estamos tan inmersos en ella que muchas veces no somos capaces de reconocerla; es como si no quisiéramos encontrarnos de frente con Él, para que nuestros ojos no se crucen con los suyos. ¿Es una muestra de timidez o culpabilidad?

Nuestra propia vida no tendría el más mínimo significado, la más mínima explicación si, siendo totalmente honrados e íntegros, no reconociéramos su evidente presencia. En cualquier caso, la hipótesis de su presencia en la criatura viva es tan plausible como cualquier otra, como poco al mismo nivel que las tildadas pretenciosamente de científicas (no hace falta recordar las críticas, a veces, acérrimas, que han vertido sobre la Ciencia personalidades de su mismo ámbito).

Creo que no es momento de justificaciones, no es momento de sortear convenciones sociales inquisitorias; como acabo de decir, eso ya es historia. El nuevo siglo XXI va a ser moderno por lo menos en esto.

En la presente obra aparece el Espíritu en toda su plenitud. Las ideas de Platón, Schopenhauer, Bergson y el mismo Teilhard de Chardin son precursoras de cuanto se dice a continuación.

En mi obra anterior, "Ciencia, Filosofía, Religión. Una visión armónica", expuse las primeras versiones de la nueva teoría; su refinamiento posterior, singularmente en el plano metafísico, es el móvil de la aparición del presente ensayo.

La teoría presenta la novedad de considerar el acto de creación no limitado en el tiempo, pues es extensivo a todo el espacio temporal. Y esta creación presenta propiedades singulares, quizás difíciles de digerir en el sentido de que la necesaria libertad requiere el retorcimiento del tiempo, en el que el ciclo presente-pasado-futuro se cierra sobre sí mismo. Toda la creación, desde el origen hasta el final, es una totalidad indefectiblemente conectada o unida entre sí, en la que aún lo más insignificante, es absolutamente indispensable para su funcionamiento y su propia existencia; su falta equivaldría al desvanecimiento de todo el conjunto, la pérdida de su sustancia. Esta íntima unión explica el cierre del tiempo: la influencia no sólo de las criaturas del pasado sobre las del futuro, sino, ¡lo que es sorprendente!, la profunda influencia de las criaturas futuras sobre las del pasado. El cómo se produce ello (por supuesto, manteniendo la validez de la ley causa-efecto) tiene cabida respuesta en la teoría.

De todo ello se sigue la importancia de nuestra presencia en el universo (y de todas las demás criaturas vivientes) en orden a la aparición del Ser Supremo. ¡Somos tan importantes para Él como lo es Él para nosotros!

En esta visión el universo, campo de expresión del tiempo, representa el proceso total de creación, de todo, hasta el mismo Dios. El universo con su evolución representa el "parto de Dios".

La forma como se ha articulado el presente libro es eminentemente impulsiva, espontánea, y el mantenimiento de esta espontaneidad ha sido la guía que ha presidido su desarrolo.

En el primer capítulo se hace referencia a las cosmogonías tradicionales más reconocidas, muy resumidas en aras de la sencillez.

A continuación se entra de lleno en las tesis revolucionarias acerca del significado, origen y móvil de la vida, deteniéndonos y tomando partido en la reciente polémica del "gen egoísta".

Una vez establecidos los primeros trazos del meollo de la teoría, se vuelve a hacer un poco de historia de las ideas religiosas que han supuesto tradicionalmente el advenimiento del Espíritu.

El tema religioso nos lleva irremisiblemente al hecho de la muerte, lo que conduce a hacer, de igual modo con brevedad, un poco de historia sobre la mitología acerca de la misma. Se finaliza con un mensaje optimista en relación a su superación.

Por fin, en el último capítulo se aborda la teoría del Bien y del Mal de las religiones tradicionales, sustituyéndola por el Bien y el principio opuesto al que se llama el "dolor de parto".

El Ser Supremo, aparece con un doble aspecto: el del Absoluto, infinito de todos los infinitos, inmutable y fuera del tiempo; y el mitológico, que encierra el mito de la muerte-resurrección, el de la creación-destrucción, y que es el resultado de la transposición del Ser Supremo a las dimensiones finitas del hombre, de la materia, del mismo universo.

El resultado final supone las tres fases vivenciales del Ser: el primigenio, anterior al tiempo; el vital, dentro del tiempo; y el místico, formando parte del cuerpo místico de Dios, una vez superado el tiempo.

Por último se hace hincapié en el parelelismo que parece presentar la teoría con el pensamiento del filósofo Teilhard de Chardin. La mística que emana de la obra de este autor es aplicable a la teoría aquí expuesta.

Espero que la lectura del presente ensayo no deje indiferente los espíritus, haciendo renacer en nosotros ese gusanillo que llevamos dentro y que representa "la búsqueda" de esa "esencia" misteriosa de las cosas que no es más que el Espíritu que alienta y palpita en las mismas.
(Copyright 2002)

viernes, noviembre 10, 2006

El parto de Dios

Índice de la obra del autor "El parto de Dios" publicada en la publicación Foro Esencia (http://www.publimatic.com/foroesencia) desde el 20002-12-30 al 2003-03-09 (sección "Filosofía"):


INTRODUCCIÓN

1. COSMOGONÍA

2. EL FENÓMENO VITAL
I. La atención: su importancia en la ontogénesis
II. El impulsor de la vida: el "quantum" subjetivo
III.La polémica del gen egoísta

3. LA AVENTURA DEL ESPÍRITU

4. LA MUERTE Y SU SUPERACIÓN

5. METAFÍSICA DEL SER
I. Las tres fases vivenciales del ser
II. El ciclo de muerte y resurrección
III.El opuesto al Bien: el dolor de parto
IV. Los dos aspectos del Ser Supremo
V. A modo de resumen

6. TEILHARD Y LA MÍSTICA

Palabras de mi jardín (V)

La semilla ("El Jardinero" -Tagore-):

Una pareja de alfareros, hombre y mujer que un buen día llegó de occidente, trabaja la arcilla. La niña lava cacharros y sartenes en el agua del río. El niño, con la cabeza pelada, lleno de barro su cuerpecito moreno, la va siguiendo un rato y la espera con paciencia junto a la lona, como ella le ha encargado. Y la niña, que ayuda muy seriecita a su madre, regresa con un cántaro rebosante de agua en la cabeza, un caldero en una mano y a su hermano cogido de la otra.
Un día andaba el niño jugando totalmente desnudo. La niña fregaba una olla con arena muy concienzudamente. Un corderito miraba manso la corriente del río. De pronto, se acercó al niño, balando fuerte, y el crío, asustado, se puso a llorar. Soltó su hermana la olla y llegó corriendo. Y con el niño en un brazo y en el otro el corderito, repartía entre los dos sus caricias, uniendo con el lazo de su amor al hijo del animal y al hijo del hombre.


"Esa clase de relación entre animales y hombres"

El Jardín (AAS):

¡Hombre, mira ahí a tu semejante!... Ese animalillo tranquilo, plácido, tumbado ante ti; esos ojos buscando tu mirada y marcando su admiración... En su sosiego, ¡cómo entiende tu ánimo!... ¡Olvida tu ascendencia, mira sólo a tu alrededor, sumérjete en el conjunto!... ¿No percibes el cántico de tu "semejante"? ¿No sientes el latido de su pequeño corazón?... ¿No te es tan familiar como tus propias entrañas?... Él te da la preferencia, pero te pide que cuentes con él... ¡Sólo quiere pertenecer a ese momento, a ese "cuadro" que formas tú y él en ese instante universal!

sábado, noviembre 04, 2006

Palabras de mi jardín (IV)

La semilla (El jardinero -Tagore-):

"Me encuentro ansioso y tengo sed de cosas remotas; el alma se me esponja con el deseo de alcanzar por fin una serie de objetos lejanos que se pierden allá entre la bruma. Tu flauta me llama metiéndose en el fondo de mi alma, oh más allá sin nombre, y no me acuerdo de que no tendo alas y de que estoy eternamente preso en este calabozo.
Me muevo inquieto e insomme; soy como un extranjero en un país muy lejos del suyo. Me llega susurrante tu voz, en un idioma que mi alma reconoce suyo como una esperanza imposible de lograr. Tu flauta me llama penetrante, oh secreto lejano, y no me acuerdo de que no conozco el camino, de que no tengo al lado un caballo con alas.
Ando sin ganas, voy dando vueltas a mi propio corazón. En medio de la niebla que el sol empieza a penetrar, en las horas cansadas, ¡qué inmenso te veo contra el azul del cielo! Tu flauta me llama penetrante, oh último día, y me olvido de que la casa que habito tiene siempre sus puertas cerradas."


"La ilusión y la guía están más allá, en lo lejano y misterioso: ¡El Espíritu!"

El jardín:

¡Cuán lejano, cuán cercano aparece ese Espíritu que buscamos!
¡Qué difícil es buscar Aquello y qué fácil encontrarlo cuando no lo buscamos!
En cuanto lejano, es obra del entendimiento; lo cercano es pura clarividencia.
¡Qué inquietud se apodera de nuestra alma ante esa infructuosa búsqueda! ¡Qué alegría, qué sobresalto produce "el encuentro", esos pequeños retazos del Espíritu que se nos hacen evidentes!
¡Y es que tu "encanto" aparece en la niebla, nos inunda el alma, y el no encontrarle entristece y aja nuestro sufrido espíritu!
¡Cuánto desearía nuestra alma abandonar su viejo ropaje, y con "nuevas alas" remontarse hacia Ti en un viaje sin límite!

jueves, noviembre 02, 2006

Palabras de mi jardín (III)

La semilla (El jardinero -Tagore):

"Escúchame, tú, a quien no conozco pero que lees estos versos míos con cien años ya de existencia. No puedo regalarte ni una flor de entre todas las que prodiga la primavera, ni una luz tan sólo de estas nubes doradas. Pero abre tus puertas y mira; recoge de entre las flores de tu jardín el perfumado recuerdo de las flores que se marchitaron ¡hace ya cien años!
¡Ojalá consigas sentir en el gozo de tu corazón la alegría viva que te envío esta mañana de abril, a través de cien años, perfumando estos cantos dichosos!"


"Los sentimientos, memoria de la naturaleza"

El jardín:

Huellas de todo lo que "vive, vivió y vivirá", ¡qué claras y relucientes aparecéis ante mis ojos! ¡Qué ajenas al tiempo os encontráis! ¡Tan borrosas al alma incrédula sois, tan inservibles que ni mi espíritu inflamado en evidencia logra espabilar esa indiferencia!
Y vosotras almas insensibles, ¡abrid siquiera una rendija en vuestro cerrazón, sea por curiosidad! ¡Dad una posibilidad a vuestro espíritu para que empiece a entender el lenguje profundo del entorno, los mensajes de incomprendidas almas que os buscan!

HERÁLDICA

¿Te gusta la heráldica?
Aquí está un cuadro con nuestros apellidos
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