sábado, noviembre 18, 2006

NUESTRO UNIVERSO


"Nuestra teoría, así como muchas de las que se proponen hoy día, arranca de la idea de que lo macroscópico (el universo actual) y lo microscópico (el inicio del big bang, por ejemplo) se hallan íntimamente entrelazados. No hay ninguna esperanza de comprender la materia solamente a partir de sus constituyentes parciales. Únicamente el sistema en conjunto da expresión concreta de toda la realidad. Lo grande y lo pequeño coexisten. Es más, la misma "mente" ocupa una posición central en la naturaleza, todo ello consecuencia de los postulados cuánticos, puesto que cada observación conlleva una transformación de la situación anterior, es decir, la realidad de cada partícula subatómica no puede aislarse del entorno. De otro modo, el factor cuántico obliga a considerar las partículas sólo en relación con el todo, y el mundo es un entretejido de relaciones, en las cuales el observador forma parte de ellas.

El todo sostiene a las partes, que a su vez constituyen dicho todo (una visión Zen del cosmos). Se necesita al universo antes de poder dotar de realidad concreta a los átomos que constituyen el universo. ¿Son primero los átomos o el universo?... Ninguno de los dos: Lo grande y lo pequeño, lo total y lo local, lo cósmico y lo atómico, todos se apoyan mutuamente pues son aspectos inseparables de la realidad. Existe una unidad en el universo: una unidad que proclama que sin todo no puede conseguirse nada.

Ni la materia, ni el espaciotiempo son rasgos incidentales de nuestro mundo; ambos proceden de las leyes físicas quienes, en el fondo, son las verdaderas responsables de la sorprendente ordenación del mundo."

(Fin del Capítulo IX de mi obra "Nuestro Universo", publicada en Biblopía: http://www.biblopia.com -Ir al vínculo inicial-)

Palabras de mi jardín (VI)

La semilla ("El jardinero" -Tagore-):

Era el mes de mayo. La luna amarillenta parecía eternizarse, y la tierra, reseca, se agrietaba de sed. Una voz me llamaba desde el río: "Ven, amor mío". Dejé mi libro y me asomé al balcón. En la orilla, un búfalo hembra, todo lleno de barro, miraba con pacíficos ojos a un chico que le llamaba desde el río con el agua a la rodilla.
Me eché a reír... Una brisa muy suave se metió por mi alma.


El jardín (AAS):

¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del animal a quien quieres?...
¡Enséñame a mí a descifrarlo!
¿Quién te enseñó, pequeña criatura, el lenguaje del crío a quien quieres?...
¡Cómo podría yo descifrarlo!
¿No será, tal vez, del todo innecesario?... ¿No está escrito, de siempre, en la inescrutable profundidad de nuestros corazones?