jueves, febrero 01, 2007

Palabras de mi jardín (XIV)

La semilla (De "El jardinero" -Tagore-):

"Edifiqué laboriosamente un templo. No tenía puertas ni ventanas y sus muros eran de piedra maciza. Me alejé del mundo, me olvidé de todo y, ensimismado, me puse a mirar un día y otro día la imagen que había colocado en al altar.
Siempre ardían lamparitas de óleo perfumado en la total oscuridad del templo; y el humo permanente del incienso envolvía mi alma con su sofocante espiral.
Esculpí, vigilante, en los muros figuras imaginarias en extraños laberintos (caballos alados, flores con caras humanas, serpientes con rostro de mujer). No quedó ni un sólo huequecito por donde pudiera entrar el canto de los pájaros, el rumor de las frondas, el ruido de la ciudad laboriosa. Sólo resonaba en la bóveda en sombras mi voz que cantaba despacio y armoniosa.
Mi inteligencia se hizo penetrante y estática como la punta de una lanza ardiente, y mis sentidos se sumieron en éxtasis ignotos. ¿Cuánto tiempo estaría así? Un día estalló una tormenta y un poderoso rayo rompió el templo hiriéndome el corazón.
Las lámparas tamblaban avergonzadas y tenues. Los jeroglíficos de los muros eran como sueños enredados, sin sentido, al estar a plena luz del día, y daba la impresión de que querían ocultarse. La imagen sonreía en su altar, viva, al entrar en contacto con el Dios vivo.
Y la noche que me había tenido cautivo se marchó volando para siempre."


"La claridad y viveza del Dios vivo"

El jardín (AAS):

¡Señor, vos inteligencia pura, fuente ingotable de prodigios, inabarcable, inmenso, infinito... cuán fácil y sencillo es comprenderte!... Laberinto indescifrable de infinitos caminos inescrutables, interminables evos de historia, innumerable y consistente, campo inabordable de sesudos sabios... ¡Y sólo eres un punto, sólo eres Tú, sólo serás yo!... ¡Dios está vivo!... ¡El atajo de tu "viveza" nos reconforta, oh, sí, a estas almas sencillas y humildes!