miércoles, marzo 07, 2007

LA AVENTURA DEL ESPÍRITU (II), de la obra "El parto de Dios"

LA AVENTURA DEL ESPÍRITU (II)

Pasemos, ahora, a hacer nuestro recorrido en pos del espíritu en otra región de onda tradición religiosa: la India.

Veda significa el saber, la sabiduría (en lengua védica). La India ha producido tres libros sagrados, resumen de esta sabiduría: el Rigveda, destinado a la recitación, el Samaveda, dedicado al canto, y el Yajurveda o conjunto de los preceptos litúrgicos. Posteriormente se unió a estos tres libros el Atharveda, surgido del pueblo y que está compuesto por una masa de creencias, usos y costumbres populares.
El más venerable de todos ellos es el Rigveda redactado en verso y que significa precisamente la sabiduría de los versos. Los himnos del Rigveda estaban dirigidos a los dioses por chantres, rishis o videntes. Estos dioses residen en la bóveda celeste, en la atmósfera o en la tierra. Entre los dioses del cielo destaca especialmente la divinidad que personifica la aurora, llamada Ushas, y que significa "la Espléndida". Otro dios importante es Surya, el Sol, esposo de Ushas, y servido por los gemelos Asvins, los caballeros del cielo. A continuación figuran Mithra y Varuna. Según la interpretación naturista Varuna (el Uranos griego) es la personificación de la bóveda celeste, y es el señor del orden cósmico. Mithra es el amigo de los hombres, protector de la fidelidad, fiador de los contratos.
Entre las divinidades de la atmósfera destaca Indra, el más popular de los dioses védicos, el dios nacional. Es el dispensador del agua fecundadora, la luz, la victoria sobre los enemigos, y también la divinidad de la tormenta.
Los dioses del linaje terrestre están encabezados por Agni, el par del Atar avéstico (la latina Ignis), la cabellera de oro que lo devora todo; como el Sol, pone con sus rayos en fuga a las tinieblas, con sus llamas tiende a lo alto.
Sólo otro dios rivaliza con Agni, el dios Soma, que era un jugo vivificante, tónico, capaz de embriagar, extraído de una planta que crecía en las montañas. Fue el resultado de la tendencia a la personificación de la fuerza vital y mágica contenida en el Soma. El papel de Agni consiste, principalmente, en llevar a los cielos celestes el soma que los hombres le ofrecen.
Un libro del Rigveda, consagrado a Soma, habla del toro mugidor que afila los cuernos, el ave veloz que sobrevuela los bosques, el habitante de las montañas, el médico que cura a los ciegos. (El mito del Dionisios helénico, entonces, se ve parcialmente desvelado, como mito ario, que descendió a Grecia por la Tracia, y a la India por el Indu-Kush, ya que el dios Dionisios era apodado por los griegos de "tauriforme", "montícola", "arboriforme", "curandero").
El politeísmo védico, no obstante, no contradice al Dios único, es decir, al verdadero monoteísmo que lleva dentro.
Un himno rigvédico consagrado a la palabra nos dice. "Se habla de Indra, de Mithra, de Varuna, de Agni; y sin embargo, Él solo, Aquél que es Uno, es la divina ave de bellas alas. Aquél que es Uno, es, pues, designado por los poetas con diversos nombres: Agni, y todos los demás, pero Él sigue siendo siempre Aquél que es Uno".
Y otro himno más:
"¿A qué dios -exclama el poeta en este himno- deberemos ofrecer nuestros sacrificios, si no a ese Dios único y solo, que en el comienzo creó a todos los seres? Verdaderamente, en el origen engendró la amplia extensión de las aguas que contenían todos los gérmenes, y él mismo renació en estas aguas con un germen de oro, al mismo tiempo que realizaba el sacrificio para convertirse en el único Dios de los dioses, y hasta en su espíritu vital.
La inmortalidad y la muerte son el reflejo de ese Dios: todo cuanto vive y todo cuanto muere lo reconocen como único rey. Ante sus leyes, que son leyes de verdad, todo se inclina, hasta los dioses; es él quien, extendiendo los brazos, ha marcado los límites del mundo; abarca todo cuanto está creado y, fuera de él, nada puede existir en el Universo".
Entonces, todos los demás dioses rigvédicos serían la expresión de atributos, o de manifestación, de este Dios único.
El pensador hindú Sri Aurobindo nos da una interpretación moderna de los símbolos ocultos que en realidad encierran los Vedas.
Concluye que el Rigveda no es otra cosa que la glorificación de la luz espiritual que emana del Dios único, y que hace que nos aproximemos a Él.
La luz es el leit motiv que domina en el Rigveda: la Aurora y el Sol en el Cielo, Indra en las nubes, Agni en la tierra.
El Rigveda nos dice: "Nuestros padres han hallado la luz oculta; por la rectitud espiritual han hecho nacer la Aurora". La Aurora, nacida del pensamiento iluminado, no es otra cosa que la Verdad. Y es que Ushas significa tanto la Verdad como la Aurora.
También el Asha avéstico significa la Verdad. La griega Atenea era al mismo tiempo diosa de la sabiduría y de la aurora, y el dios Apolo, así como Orfeo eran cantores divinos y videntes que elevaban el hombre en pos del espíritu, de la verdad. La luz y el conocimiento parecen relacionados desde antaño. ¿No se dice de Budha, el Gran Iluminado, el conocedor de la verdad?
William Mackenzie en su libro "Las Grandes Aventuras Espirituales" dice: "La verdad abre a la luz espiritual el entendimiento del hombre; sus rayos o fulgores son el anuncio de Dios"...
Agni, puesto de manifiesto por la llama, simboliza la fuerza de la conciencia divina, de la verdad suprasensible y espiritual. Indra es el conocimiento de Dios que se revela al hombre, liberando en él los rayos de la luz espiritual.
Los Vedas revelarían, pues, una antiquísima tradición aria, una tradición de milenios portadora de verdades de todos los tiempos, que emanan de la única Fuente, impregnada del Espíritu único.