martes, octubre 28, 2008

UN NUEVO HUMANISMO (II)

UN NUEVO HUMANISMO (II)


Otro eje fundamental, a mi modo de ver, en la construcción del Paradigma es la cosmovisión del científico y filósofo jesuita francés Teilhard de Chardin (1881-1955). La intuición que refleja su pensamiento es fruto de una meditación en su interioridad, que puede sernos muy útil.
De forma muy resumida haré un bosquejo de sus ideas, tomado de mi obra "El parto de Dios".
La Ciencia debe convertir a la realidad, en su dualidad espíritu-materia, en su objeto, integrando en una unidad tanto el objeto como el sujeto. La materia espiritualizada, sublimada, humanizada es el núcleo de las cosas, conformadora de la Totalidad, es la materia integral.
La Evolución es el desdoblamiento de esta materia integrada, su paulatina y creciente espiritualización y sublimación hasta la confluencia en la punta de flecha de la Evolución: el Hombre.
La potencia reflexiva que adorna al hombre es un estado superior que la Evolución ha alcanzado. Y es que el hombre no sólo da sentido a lo demás humanizándolo, sino que puede autocontemplarse, descubriendo el mundo de la conciencia consciente.
Un principio esencial del ser es que aspira a continuar siendo, a "permanecer" en el ser. Pero, también aspira a "seguir siendo", y sobre todo, seguir siendo... más, o sea más de lo que ahora es. Solo un ser perfeccionante, evolucionante, puede satisfacer esa necesidad interna de ser continuamente más. Esa aspiración a ser cada vez más, es un ansia de querer enriquecer continuamente su ontología u onticidad.
Para Teilhard, el mundo lleva el sello del Espíritu, disimulado entre los fenómenos físicos. Por eso el ser humano siente una especie de ligazón que le ata al Universo. El hombre, pues, es una realidad vinculada al Universo.
En el ente del hombre confluyen el ser con su absolutación (el hombre no "casi es", sino que "es" ser - ser pleno) e intemporalidad, y el tiempo que es consustancial al Universo. Es decir: lo absoluto que es el ser y lo absoluto que es el tiempo. Ambos parecen unificados en él.
El padre Teilhard dice que la energía físico-química, cósmica del principio, la energía biológica posterior, ha sido sustituida en el hombre por el amor, síntesis de la pasión y la emoción.
Para Teilhard, el amor es la búsqueda de lo otro, para su encaje con lo amado. El Proceso de Personalización finaliza en el tú a tú con el Espíritu, con la adquisición de una nueva conciencia humana. En su opinión, personalidad e individualidad son opuestas en el hombre; en el punto Omega, la individualidad se apaga, mientras que la personalidad brilla aún más.
Espiritualidad y libertad son las cualidades que describen a la persona. El hombre evoluciona aflorando el espíritu en su esencia; gracias a la libertad, el ser personal crea, pues su vocación es la de crear.
El hombre descubre su interior por la reflexión, mediante la introspección, descubriendo que está compuesto por ser y no ser. Onticidad y nada conviven, pues, en él. El choque entre estos dos factores ocasionan dolor, sufrimiento, angustia existencial. Según Teilhard, la nada siembra la duda, la vacilación, la temporalidad en la precaria onticidad humana.
Para Teilhard, el mal es la inclusión de la nada en el ser, la precariedad óntica de la realidad humana, que no tiene otra solución, otro antídoto, que la inmortalidad, permanencia garantizada en el ser, participando en la eternidad de Dios, máxima garantía de la inmortalidad. La Evolución se desenvuelve a partir de la Materia, y dicha "cosmogénesis" es irreversible, dirigiéndose a una meta, al absoluto, la Divinidad, porque, como movimiento que es, ha de tener un principio y un fin.
Para Teilhard, la Materia es precaria, paraíso negativo del mal y la nada, puesto que la Materia está lejos del ser. Pero la realidad surge de la materia, como el hombre, por ello, participa de las mismas miserias que la Materia, pero también de sus grandezas, de su espiritualización, que permitirá su futura armonización con el Espíritu. Ambos extremos se fusionarán en una eterna y celestial simbiosis, el Punto Omega.

miércoles, octubre 22, 2008

UN NUEVO HUMANISMO (I)

UN NUEVO HUMANISMO (I)


Como siempre se dijo, la "necesidad" obliga a los hombres a unirse, la necesidad o algo percibido por todos como un peligro. El hombre actual, antes que tarde, se transformará en "hombre galáctico", y entonces los sobresaltos, además de los ya conocidos (terrorismo, amenaza atómica, cambio climático, etc.), pueden venir "del exterior", oportunidades y peligro a la vez, como se presenta en cualquier aventura. Ese reto magnífico de la aventura espacial, a la que el hombre no puede sentirse ajeno, pues supondría un suicidio a un plazo medio, será el aglutinante del género humano, de la estirpe humana, y sobre él debe edificarse "el Paradigma" que tenga como primera característica, una vez más "por necesidad", su "constancia" a lo largo de grandes períodos de tiempo, como amortiguación ante los peligros de "autodestrucción" que últimamente ha representado el desbocado desarrollo de la Tecno-ciencia.
En la obra del autor "Paradigma" se establece la tesis de la conveniencia de seguir lo que habiamos denominado "la herencia de Platón" y no la llamada "herencia de Aristóteles", para alcanzar el paradigma buscado.
El repaso a la pura filosofía, en la que el genio alemán destaca sobremanera, es una herramienta que considero básica para el objetivo propuesto. No obstante, se sugieren y se ponen sobre el papel unos puntos básicos en la dirección de la recuperación del camino hacia la "interioridad", en los que la "ontología del ser" es parte principal. Creo que formará parte sustancial del Paradigma de la sociedad venidera el auge de la Meditación, el desarrollo de nuestra autoconciencia. (Ver la obra del autor "Ciencia y meditación" -Editorial "Letra Clara").
Además, creo que una serie de "lemas" podrían formar parte del Paradigma:
Es preciso ir hacia la preeminencia de la individualidad sobre el puro gregarismo.
El amor debe siempre prevalecer sobre la compasión.
En ese desarrollo de la autoconciencia, la libertad en las estructuras sociales es básica para que estas últimas permitan el fomento, fortalecimiento y crecimiento de las "potencialidades" individuales.
El respeto a la idiosincrasia de cada pueblo, a su cultua, religión y costumbres debe ser prioritario.
Una permanente lucha contra todo lo que suponga alienación de las mentes, como las realidades artificiales poporcionadas por los distintos tipos de droga, debe formar parte de nuestra "moralidad".
Otras cuestiones también pueden aportar su grano de arena a la "construcción del Paradigma".
De la obra de Julián Fernández Gutiérrez "¿Qué es lo ultrahumano?", entresacamos algunas:
"El arte, todas las manifestaciones de éste así como la moral y la filosofía, como las religiones, han sido estimulantes, vamos a decir así, del sentimiento. Todo el problema de la Creación es entendimiento y, por ello, las mentes intuitivas de las generaciones anteriores se dirigían a potenciar éste. Porque si reparáis en otra cosa, al lado de los constructores de religiones, de aquellos hombres grandes sentidores alrededor de cuyo núcleo se construyeron las religiones y los conceptos morales ha habido otros sentidores de parecida categoría que han sido los artistas todos, y cuya misión consistió en ir introduciendo en el mundo un poquito de sentimiento, ir haciendo sentir a la humanidad. Ese Miguel Ángel, Beethoven, Wagner, Goya, El Greco, Goethe, Cervantes, Homero, Shakespeare y tantos otros (no puedo meter a todos) han ido derramando, con sus creaciones, el presupuesto, las bases, para que la humanidad fuera sintiendo."
Y también: "Sólo permanece la idea, esa vibración impalpable". "Todo el mundo ha tenido razón, su razón".
"Cada filósofo es una singularidad y que el ve la vida desde un punto de vista suyo".
"No somos más que materia pura, desde que nacemos. Mera materia, sí; así de claro como dicen los de la orilla opuesta. Pero esto es lo más maravilloso y, al mismo tiempo, divino. Que esta materia piense, que esta materia sienta y que esta materia accione".
"No es el alma que escapa cuando mueres, en cada instante ha escapado algo de ti mientras estás vivo".
"Pero ya saldrán otros humanos mejor dotados para ir perforando, ampliando, esta brecha de dotar al mundo de una nueva filosofía que, en realidad, tiene que ser una ciencia trascendente, sólo eso. Con esto es suficiente".
(De la obra "Paradigma". Copyright 2008)

viernes, octubre 10, 2008

AMOR Y CREACIÓN (y III)

AMOR Y CREACIÓN (y III)


La afirmación de ser Dios, siempre hay que referirla al llamado "Cuerpo Místico" (concepto que gusta usar a este autor, pero que puede asimilarse en verdad a la "Unidad múltiple", todo un misterio que supera nuestra misma inteligencia y que es patrimonio del Ser Supremo), así que no es que nos "identifiquemos" con Dios, sino que formamos parte de Él -su Cuerpo Místico-; si queremos, mejor, es una "identificación" referida a la "Unidad múltiple".
El enfoque anterior nos da unas perspectivas muy amplias, ayudándonos a resolver cuestiones fundamentales que en muchísimas ocasiones han inducido a error (aún a quien escribe), por ejemplo, en lo concerniente a la separación entre animales y otros seres "inferiores" con el hombre en lo que supone el grado de "dignidad suficiente" para la aparición de la Moral, y el acceso al mismo Paraíso. Gracias al citado enfoque quedan obviados los tabúes tan manidos de la imposibilidad del alcance celestial de tales seres "inferiores". La realidad es que tanto seres humanos, como los demás seres participan de o en dicho "Cuerpo Místico".
El error de muchas religiones (entre ellas las hinduistas) ha sido considerar que mientras el Ser no se deifique (identificación con Dios) no puede unirse a Él, de ahí el Samsara y la cadena de reencarnaciones (hasta que en una de ellas -en un tiempo, tal vez prácticamente infinito- pueda alcanzarse la Iluminación).
La clave está en los diferentes "lugares" del "Cuerpo Místico" en que queden "incluídos" cada uno de dichos seres, mucho más "relacionados" con el polo de la emoción-sensación que el de la información-representación. (Todo Ser es un aglomerado de sensación y representación).
Habría que recordar, en honor a situar cada cuestión en su punto justo, que algunos seres (por ejemplo, las mascotas), tiene un "encuadre" en el Cuerpo Místico muy "mediatizado" por los propios seres humanos con los que están íntimamente relacionados -es a través o por intermedio de los mismos que se "engarzan" con la divinidad.

martes, octubre 07, 2008

AMOR Y CREACIÓN (II)

AMOR Y CREACIÓN (II)


La Creación, pues, fue inevitable. Una vez que Dios apareció, la Creación fue inmediata. Lo mismo acontece respecto a nosotros y nuestros "actos creativos". Ahora bien, ¿cuáles son los límites de esa "correspondencia"? Dios nos creó por amor, pero ¿cuánto amor "debes" desarrollar hacia tu creador en aras de la justa correspondencia?... En mi opinión, viene definida por aquel mandato: "Ama a tu prójimo como a ti mismo"... Si a "tu prójimo" lo identificamos con Dios (el prójimo, internamente es distinto de Dios, pero "desde el exterior" -lo que nos atañe- es como el propio Dios; Dios "mantiene", como si duplicase, nuestra naturaleza, para darla, o para que ocupe "el hueco" en el universo de interrelaciones que es el mundo material), debemos a amar a Dios lo mismo que te amas a ti mismo. ¡Esa es la relación o equivalencia entre amores!... Si lo más prístino del amor es el narcisismo inicial (nuestra identidad), la identidad en la correspondencia indica que dada la variabilidad de los objetos externos (identificados externamente con Dios) y la imposibilidad de su variación a nuestro antojo, es preciso que seamos nosotros internamente los que cambiemos al unísono, para que así "nuestros objetos internos" (nuestro Ser) coincidan con los externos: el mundo o Dios. Todo en clave de amor o apego.
Por consiguiente, nuestro trabajo debe ser de "modelación" de nosotros mismos, armonizándonos con el mundo "sustentado" por Dios. La creación de Dios, el acto divino, requiere por justicia, nuestra voluntad de realización de acciones armónicas con el entorno de nuestro mundo, nuestro universo.
Nuestro "estar en el mundo" no es independiente de todo lo demás, es decir, no podemos erigirnos como creadores independientes, asumiendo el papel del propio Dios. Nuestro "estar en el mundo" tiene que ver indefectiblemente con nuestra propia creación. ¡La aparición desde la Nada, no es una donación gratuita, conlleva el acto libre de la inmersión en Dios! (Como componentes del Cuerpo Místico, somos el mismo Dios, por ello la afirmación anterior es lo mismos que decir que Dios libremente elige ser Dios, así, por este acto de voluntad -diferida- Dios elige crearse -a sí mismo- de la Nada).
Prácticamente, la ética que trasluce todo esto es el acatamiento de la voluntad de Dios en todas sus manifestaciones.
El deseo "unilateral" (el que nace por un impulso interno, no como "pulsión" interna del amor a Dios) es, por tanto, rechazable y no lícito para toda criatura temporal y limitada como nosotros. Lograr o alcanzar tal tipo de deseo (el amor a Dios), debe ser la consecuencia de la reiteración y el empeño en el amor de Dios, para que adopte las características de un hábito que nos acompañe a lo largo de nuestra cotidiana existencia.

miércoles, octubre 01, 2008

AMOR Y CREACIÓN (I)

AMOR Y CREACIÓN (I)


El amor es una necesidad: ¡No es el origen del amor una correspondencia!
Pero al igual que el origen del amor es unilateral, "se ama", la no correspondencia posterior produce dolor en esa reflexión "posterior" del amar: ¡He aquí el origen del odio!
El amor, pues, es como una "extensión" del yo propio, en forma de "apego". Se tiene apego a algo y por eso se le ama: ¡Se necesita amar! Y es que amar es "vivir verdaderamente", no es vivir con la pasividad que conduce al vacío, puesto que amando se "crece", se siente el significado de la vida... Todo Ser, por consiguiente, necesita amar en principio, y aún más que ser amado... La necesidad de amar es prioritaria a la necesidad de de ser amado... Mas una y otra necesidad están muy cerca, pues hay un continuo "movimiento" de reflexión entre ambas, de forma que la falta de la segunda puede llegar a apagar fácilmente la primera... Pero, repetimos, lo primario es la necesidad de amar, y es tanta esa necesidad que el rechazo producido por el "no ser amado", "trastoca" el "objeto" de aquel amor (no se ve igual que antes), y como consecuencia "apaga" el amor, y ese desaire, la imposibilidad del desarrollo de la complacencia en el amor, es un desengaño tan "vívido" que se transforma en odio.
La vacuna contra tal odio, entonces, es la correspondencia en el amor.
Lo anterior, que podría tacharse de banal, no lo es para el "acto creativo", puesto que toda creación parte de un "acto de amor". El amor es el móvil, por ello se crea... No para que lo creado (los seres) alabe a su creador, sino que es una "inmanencia" del creador, una necesidad interna, de expansión del ser interno hacia afuera en forma de amor. Ahora bien, posteriormente, en la observación de la obra creada (reflexión), son otros los sentimientos.
Si el amor nace como una fuerza de adentro hacia afuera, no se ve que sea lo más original "el objeto" del amor, es más, no existiría tal objeto de ese amor si dicho objeto no fuera algo interior al Ser, es decir, una "expansión" del sí mismo hacia el exterior del Ser... Con ello, sí aparecen los objetos, primariamente "equivalentes" al "objeto interno" por puro narcisismo, pero, posteriormente, y de inmediato como objetos independientes que por tal "empiezan a desviarse de esa primera impronta". Y ya transformados en "objetos" (externos al Ser) de ese amor, sólo pueden seguir sustentándose como tales por "correspondencia". La "transformación propia del objeto" como ente transitorio, requiere que los "inputs" recibidos por el Ser (creador), en las sucesivas retroalimentaciones de la correspondencia, no lleguen a "traspasar los límites" definidos por la propia "relación de ese amor", en cuyo caso se produciría el rechazo propio del odio.